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domingo, 11 de diciembre de 2016

LA ORACION

Subrayar después cuán esencial es la oración: Rezar significa “frecuentar con amistad, pues frecuentamos de tú a tú a Aquel que sabemos que nos ama”. Como “amicitia quaedam hominis ad Deum”, un tipo de amistad del hombre con Dios, que ofreció primero su amistad al hombre (Summa Theologiae II-ΙI, 23, 1). La iniciativa viene de Dios. La oración es vida y se desarrolla gradualmente al mismo paso con el crecimiento de la vida cristiana.  De ahí la importancia que atribuye a la meditación de la Pasión y a la Eucaristía, como presencia de Cristo, en la Iglesia, para la vida de cada creyente y como corazón de la liturgia. Manifestar  un vivo “sensus Ecclesiae”.

La razón de esto es que para hacer en esta vida el bien, para vencer las tentaciones, para ejercitarnos en la virtud, en una sola palabra, para observar totalmente los mandamientos de Dios, no bastan las gracias recibidas ni las consideraciones y propósitos que hemos hecho, se necesita sobre todo la ayuda actual de Dios y esta ayuda actual no la concede Dios Nuestro Señor sino al que reza y persevera en la oración.
  
En el lenguaje bíblico, el «corazón» indica el centro de la persona, la sede de sus sentimientos y de sus intenciones. En el corazón del Redentor adoramos al amor de Dios por la humanidad, su voluntad de salvación universal, su infinita misericordia. El culto al Sagrado Corazón de Cristo significa, por tanto, adorar a ese Corazón que, después de habernos amado hasta el final, fue traspasado por una lanza y desde lo alto de la Cruz derramó sangre y agua, manantial inagotable de vida nueva.
Siempre atesorar las  enseñanzas de teólogos, literatos y maestros espirituales. Entre los pasajes más preciosos está el comentario al Padrenuestro, modelo de oración. Y es esto tan verdadero que en las oscuridades del espíritu, en las miserias y peligros en que tenemos que vivir sólo hallamos un fundamento para nuestra esperanza, y es el levantar nuestros ojos a Dios y alcanzar de su misericordia por la oración nuestra salud eterna.

En nuestra sociedad, a menudo carente de valores espirituales, nos enseñan a ser testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción, a sentir realmente esta sed de Dios que existe en nuestro corazón, este deseo de ver a Dios, de buscarlo, de tener una conversación con Él.

Oración de perdón

Omnipotente y sempiterno Dios,
mirad al corazón de vuestro amadísimo Hijo
y a las alabanzas y satisfacciones que os dio
en nombre de los pecadores,
y conceded propicio el perdón a los que imploran
vuestra misericordia,
en nombre de vuestro mismo Hijo Jesucristo,
que con Vos vive y reina en unión con el Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. 
Amén


NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA 
GLORIAM